Sobre el trabajar
En épocas anteriores a la industrialización, el trabajo era algo tan despreciable que por eso se invento la esclavitud, que luego la modernidad llamó ¨trabajo asalariado¨. Antes griegos, romanos, caballeros feudales, etc. eran todo deportes, dados, justas y buen vivir. Hasta que el capitalismo, al ver que no iba a ningún lado, le pidió ayuda a la reforma protestante. Entonces Calvino santificó el trabajo, decreto abstinencia y la idea se propago por todo el mundo cristiano.
Y llego al Vaticano pese a que la Biblia en ningún momento dice que el trabajo es santo, al contrario dice que el trabajo es un castigo. Y tan es así, que la palabra trabajo viene del latín tripalium, instrumento de tortura parecido al cepo.
El trabajo es un cepo. Eso lo sabemos todos. Paúl Lafargue descubrió las maliciosas maniobras que hacen del trabajo un instrumento de dominación advirtió la extraña locura que genera, y propuso el derecho de luchar por el ocio. Claro se gano la enemistad del capitalismo que ve en ocio un sabotaje a la plusvalía. Y depaso la antipatía del comunismo que ve en el ocio un sabotaje a la producción Lafargue con su libro, El derecho a la pereza, no quedo bien con nadie. Los cubanos lo lee de soslayo, pero lo leen. Y es que Lafargue nació en Cuba.
Por defender el ocio murieron los mártires de Chicago, en 1889. Querían reducir la jornada laboral, trabajar menos, y tener mas tiempo libre. Después de controlar la insubordinación del ocio, la burguesía determino que la vagancia es mala pues no produce nada que se pueda vender.
La adicción al trabajo es la religión del sacrificio. Pero no se crea que el alma de los trabajadores alcanza la gloria eterna. No. Es la industria farmacéutica la que accede a la eternidad. Funciona así para aumentar la productividad se exige un hirperactivismo que desemboca en estrés que produce insomnio que se tratan con narcóticos que producen depresiones que deben ser aliviadas con antidepresivos que bajan el rendimiento que obliga a la ingesta de anfetaminas para mantener el hirperactivismo que aumenta la productividad.
Al llegar aquí, la victima, hecha un puré de psicotrópicos, es despedida por incapaz. Lo que no importa a la industria farmacéutica por que hay un millón de futuras victimas peleándose por ocupar el lugar de la anterior.
En épocas anteriores a la industrialización, el trabajo era algo tan despreciable que por eso se invento la esclavitud, que luego la modernidad llamó ¨trabajo asalariado¨. Antes griegos, romanos, caballeros feudales, etc. eran todo deportes, dados, justas y buen vivir. Hasta que el capitalismo, al ver que no iba a ningún lado, le pidió ayuda a la reforma protestante. Entonces Calvino santificó el trabajo, decreto abstinencia y la idea se propago por todo el mundo cristiano.
Y llego al Vaticano pese a que la Biblia en ningún momento dice que el trabajo es santo, al contrario dice que el trabajo es un castigo. Y tan es así, que la palabra trabajo viene del latín tripalium, instrumento de tortura parecido al cepo.
El trabajo es un cepo. Eso lo sabemos todos. Paúl Lafargue descubrió las maliciosas maniobras que hacen del trabajo un instrumento de dominación advirtió la extraña locura que genera, y propuso el derecho de luchar por el ocio. Claro se gano la enemistad del capitalismo que ve en ocio un sabotaje a la plusvalía. Y depaso la antipatía del comunismo que ve en el ocio un sabotaje a la producción Lafargue con su libro, El derecho a la pereza, no quedo bien con nadie. Los cubanos lo lee de soslayo, pero lo leen. Y es que Lafargue nació en Cuba.
Por defender el ocio murieron los mártires de Chicago, en 1889. Querían reducir la jornada laboral, trabajar menos, y tener mas tiempo libre. Después de controlar la insubordinación del ocio, la burguesía determino que la vagancia es mala pues no produce nada que se pueda vender.
La adicción al trabajo es la religión del sacrificio. Pero no se crea que el alma de los trabajadores alcanza la gloria eterna. No. Es la industria farmacéutica la que accede a la eternidad. Funciona así para aumentar la productividad se exige un hirperactivismo que desemboca en estrés que produce insomnio que se tratan con narcóticos que producen depresiones que deben ser aliviadas con antidepresivos que bajan el rendimiento que obliga a la ingesta de anfetaminas para mantener el hirperactivismo que aumenta la productividad.
Al llegar aquí, la victima, hecha un puré de psicotrópicos, es despedida por incapaz. Lo que no importa a la industria farmacéutica por que hay un millón de futuras victimas peleándose por ocupar el lugar de la anterior.

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